Distintos tipos de técnicas quirúrgicas pueden ser utilizadas para intentar curar las patologías oftalmológicas, en especial los problemas de refracción. Para ello uno de los procedimientos más comunes y eficientes es la utilización del láser Excimer. Miles de personas en todo el mundo han experimentado esta técnica con éxito y pudieron superar casi completamente su problema inicial.

La cirugía refractiva se la describe como una intervención quirúrgica ocular, con el objeto de corregir o reparar ciertas estructuras del ojo humano. La idea de su aplicación se basa principalmente en solucionar problemáticas comunes como la Miopía, el astigmatismo y también la hipermetropía. Ambas patologías mencionadas son causadas por defectos refractivos (de allí el nombre de esta aplicación)

La cirugía láser sigue extendiéndose a nuevos campos médicos. Su especial practicidad y precisión ha sido admirada en todo el mundo. Disciplinas científicas tan complejas como la oftalmología hacen uso de esta tecnología; los beneficios son innumerables y los pacientes pueden optar por nuevos caminos de sanación.

Por lo general este tipo de operaciones láser son indoloras y poco invasivas, es decir suelen ser rápidas y más bien prácticas (no demoran un tiempo mayor a 10 minutos por ojo). Sin embargo es posible sufrir síntomas post operatorios, como pueden ser dolores leves, molestias asociadas, ardor o cosquilleo. Lo ideal es que el cirujano mismo guíe al paciente en los pasos a seguir en su recuperación final.

Naturalmente una cirugía refractiva bien realizada mejorará considerablemente la calidad de vida de los pacientes. Aquellos que antes dependían de sus gafas o lentes de contacto, ya no tendrán que hacerlo y lo que parecía imposible finalmente se vuelve realidad.

Para someterse a una cirugía refractiva en general es necesario cumplir con algunos requisitos médicos y otros legales. Es muy importante ser mayor de edad (18 años), por que en cualquier operación es necesario asumir conformidad y voluntad de los riesgos. Se evaluarán las posibles contraindicaciones que pongan en peligro al paciente; para esto es necesario un examen completo de rutina que detallará el médico. El examen incluye evaluaciones oculares adicionales que descarten otros problemas coexistentes.

Es considerable tener en claro que los riesgos no son frecuentes, pero es una posibilidad que siempre hay que tener en cuenta, para que la práctica sea transparente y no hayan mal entendidos.

En algunos casos las personas que se han operado no han tenido el resultado deseado y no obtuvieron efectos positivos. Algunos de ellos pueden ir desde sequedad ocular hasta la perdida de agudeza visual y complicaciones en la cornea. El riesgo de infección es muy ínfimo.

El médico tiene la obligación de informar oportunamente cualquier eventualidad que pueda surgir.